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Según el artículo de Murilo Schneider, cofundador y director de Procer Tecnologia, solo en 2020, Brasil recibió más de US$28,4 mil millones por la venta de granos a los chinos y el país tiene potencial para importar 80% del volumen esperado. , según la Conab. Además, el sector agroindustrial representó alrededor de 26,6% del Producto Interno Bruto el año pasado, según datos del Centro de Estudios Avanzados en Economía Aplicada (Cepea). Pero, en la práctica, ¿cómo afecta directamente esta nueva exigencia china a los productores de soja de Brasil?
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Según la legislación brasileña – Instrucción Normativa 11/2007 del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Abastecimiento – para fines de comercialización, el límite de contenido de agua de los granos debe ser 14%. Sin embargo, cuanto mayor es la disponibilidad de agua en el grano, más susceptible es a deteriorarse, contaminación por hongos, micotoxinas, es decir, mayores son las posibilidades de pérdida de producto. Para que se haga una idea, en Brasil las pérdidas anuales entre cosecha y almacenamiento alcanzan los 20%, según el Servicio Nacional de Aprendizaje Rural (SENAR).
Por lo tanto, al reducir el límite de humedad a 13%, reducimos la probabilidad de pérdidas y garantizamos un producto de mayor calidad para la exportación -que satisface la nueva demanda requerida- y también en la mesa de los consumidores, además de aumentar la competitividad internacional del país. Pero en la práctica, la mayoría de los productores no están preparados para entregar soja según los estándares establecidos y, para adaptarse, necesitarán instalar soluciones tecnológicas para controlar la humedad del grano en el proceso de almacenamiento.
Entre estas soluciones podemos mencionar la inclusión de un sistema de gestión y automatización que utiliza sensores digitales de alta precisión, los cuales se acoplan a sistemas de almacenamiento. Con ayuda de esta tecnología es posible monitorear y tener un mayor control sobre la poscosecha, aumentando las ganancias, ya que evita considerablemente pérdidas. Los productores que comiencen a utilizar tecnologías en sus operaciones podrán visualizar mejor la producción, teniendo autonomía para realizar los ajustes necesarios para garantizar el estándar de calidad requerido. Es un hecho que el nuevo límite exigido por China aún está en discusión en la Organización Mundial del Comercio (OMC) y no hay previsión del decreto final. Sin embargo, durante esta espera, debemos invertir en tecnologías que ayuden en el manejo poscosecha de los granos, mejorando la calidad y reduciendo las pérdidas en el segmento para fortalecer aún más el agronegocio brasileño, con el objetivo de aumentar nuestra competitividad.
Por: Aline Merladete | Agroenlace