La región Norte finaliza la cosecha de cacao y arroz, y se prepara para iniciar la cosecha de frijol. En esta época del año también se destaca la cosecha de hortalizas en general, así como las siembras de frutales, granos y yuca, principalmente. Se espera que la región, generalmente húmeda, experimente fuertes lluvias con la llegada de la primavera.
En el caso del frijol, lo más destacado es la cosecha de la especie caupí. De origen africano, también se la conoce como judía de macasar y, más popularmente, como judía verde. “Tenemos la región de Bragantina, en Pará, que es una zona tradicionalmente dedicada al cultivo de caupí”, dice el coordinador técnico de Emater-PA, Paulo Lobato. “Es un frijol de consumo regional pero se ha exportado mucho”, afirma. El caupí está muy presente en la cocina del Norte y Noreste del país. Se prefiere para preparar el baião de Dois, plato típico de la región.
La cosecha de hortalizas incluye col, cebollino verde (perejil, cebollino y cilantro), lechuga y jambu. “La hortaliza más cosechada actualmente es el jambu. Con el festival Círio de Nazaré en octubre, la demanda es muy alta”, explica Paulo Lobato.
El jambú se utiliza mucho en la cocina amazónica y es famoso por provocar un ligero entumecimiento en la boca. El sistema de cultivo es tradicional, con agua, sol y abono. La hortaliza es vistosa, tiene muchas hojas y alcanza hasta 30 centímetros de altura. Se utiliza para preparar recetas típicas, como el pato con tucupi y tacacá.
Asistencia técnica
Para los agricultores familiares que se preparan para aprovechar la temporada de lluvias y sembrar, Paulo Lobato da algunas orientaciones. Entre los cuales, destaca la importancia del seguimiento por parte de un agente de Asistencia Técnica y Extensión Rural, quien pueda realizar un diagnóstico de la unidad productiva. “Es necesario identificar, entre otras cosas, las potencialidades y limitaciones de la propiedad y, a partir de ahí, trabajar junto con la familia para planificar actividades, incluida la identificación de la necesidad de crédito rural”, dice el ingeniero agrónomo.
“Es necesario evaluar la capacidad laboral de la familia, las condiciones de producción, el mercado para los productos ya trabajados y los que se desea trabajar, las condiciones del flujo de producción y la capacidad de endeudamiento de la familia, si tiene que acceder a financiamiento vía Pronaf”, él añade.
Dice que la preparación del suelo debe realizarse con las primeras lluvias, para evitar el exceso de humedad, que hace que el suelo sea “más pesado”, aumentando el consumo de combustible del tractor, además de comprometer la calidad del trabajo. “Para suelos más arcillosos se debe trabajar en la capa más superficial, solo para remover el suelo y facilitar la siembra, especialmente en el caso del arroz de tierras bajas”, destaca. “En el caso de suelos muy ácidos, se debe incorporar piedra caliza durante el arado y rastrillado, para minimizar costos y ayudar a neutralizar la acidez”, explica Paulo Lobato.
Fuente: Portal del Ministerio de Desarrollo Agrario