Imagen: Pixabay
Todo puede cambiar con los cambios climáticos que se observan en todo el mundo.
La contaminación por el hongo Sporothrix brasiliensis –descubierto en Brasil– empezó a llamar la atención en Río de Janeiro, donde se registraron los primeros casos de infección por transmisión a través de gatos callejeros. En tiempos de éxito de la serie The Last of Us (HBO), la pregunta surgía casi inevitablemente: ¿Pueden realmente los hongos contaminar, e incluso controlar, a un ser humano?
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Lo cierto es que muchas personas conocieron el mundo de los hongos a partir de esta serie de ciencia ficción norteamericana, que está basada en un videojuego desarrollado por Naughty Dog, Sony y PlayStation Studios. El escenario es un futuro post-apolítico donde la humanidad ha sido devastada por un hongo que invade y controla el sistema neurológico, provocando mutaciones en el cuerpo y convirtiendo a las personas en zombies.
En la serie The Last of Us, el hongo en cuestión pertenece a los géneros Cordyceps y Ophiocordyceps, que en realidad existen e invaden el organismo del insecto. Estos microorganismos son capaces de controlar el sistema nervioso y propagarse fácilmente por el cuerpo de sus huéspedes, la mayoría de los cuales son hormigas, provocando incluso deformaciones anómalas.
¿Y AHORA?
Pero no hay motivo de alarma, ya que estos patógenos no pueden colonizar a los humanos (al menos por ahora). Esto ocurre porque nuestra temperatura corporal promedio varía alrededor de los 37 grados, lo que impide la supervivencia de los hongos, la gran mayoría de los cuales se desarrollan bien a 30 grados.
Ahora viene la mala noticia: todo esto podría cambiar con los cambios climáticos observados en todo el mundo. Si la temperatura media del planeta sigue aumentando, se seleccionará una población de hongos resistentes a las altas temperaturas, y que se volverán aún más fuertes a medida que tengan menos competencia y más huéspedes disponibles.
Este es un problema que ya existe en la agricultura. Los hongos se están volviendo resistentes a los fungicidas y a los ingredientes activos que actualmente utilizan los agricultores para controlar enfermedades. Prueba de ello es el aumento de casos de roya asiática en la soja (más de 200% esta temporada), provocada por el hongo Phakopsora pachyrhizi. Además, el desarrollo de nuevas moléculas de control de patógenos es un proceso lento, extremadamente controlado y burocrático, que puede llevar décadas.
Fuente: Leonardo Gottems | Agroenlace