Puertas abiertas, alimentos frescos, de las tierras de los agricultores familiares directamente a las manos de los consumidores. Directamente, porque en la actividad conocida como cosecha y pago, los consumidores se ensucian las manos, o mejor dicho, la tierra. Esta es la propuesta de productores familiares que optaron por este modelo de mercado, como una alternativa más de venta de sus productos, combinando la comercialización con el turismo rural.
En cosecha y pago, los agricultores familiares abren las puertas de sus propiedades para que los consumidores puedan elegir y cosechar sus propios alimentos. La práctica es una forma diferente y divertida de comprar alimentos frescos y ya se ha convertido en el principal medio de marketing de la Familia Ferrari, que atrae a cientos de personas para cosechar productos del huerto orgánico, en Arroio do Meio, en Rio Grande do Sul ( RS).
La campesina Márcia Ferrari dice que trabaja con huertos orgánicos desde hace 14 años y, hace cuatro, decidió abrir la propiedad e invertir en cosecha y pago. “Nuestro objetivo es que la gente sepa de dónde viene su comida, especialmente los niños, que están acostumbrados a verla sólo en el mercado. También queremos mostrarle a la gente cómo es la producción orgánica. La jardinería orgánica es una producción que requiere mucha mano de obra, pero vale la pena. Al venir aquí, los consumidores lo ven de cerca”, explica.
Marco Pavarino, coordinador general de Agroecología y Producción Sostenible, destaca que la producción orgánica demanda mayor atención por parte de los agricultores y esto debe ser reconocido, ya sea agregando valor o en actividades como el turismo rural. “Es genial ver este movimiento opuesto, ver a la gente salir de la ciudad, no sólo para elegir sus productos, sino también para aprender sobre esta forma sostenible de producción. En este tipo de iniciativas, los consumidores tienen un mayor contacto con este sistema de producción y acaban valorando más esta forma de producción”, explica Pavarino.
Turismo
Cosecha y Pago es responsable de vender 90% de productos de la huerta familiar, que recibió a más de 2 mil personas el año pasado. La expectativa es que este año el inmueble alcance los 3 mil visitantes. Márcia también dice que se concentra principalmente en el período vacacional, sin embargo, en la propiedad también se destacan las visitas educativas, a escuelas y universidades.
Según el agricultor, luego de iniciar la actividad de cosecha y pago, aumentaron las ventas y, en consecuencia, las responsabilidades. “Tenemos atención al cliente y apostamos por tener siempre alguien en casa para vender”, afirma. Destaca la satisfacción de ver el reconocimiento a su trabajo y dice que se preocupa por permitir que el consumidor se involucre en todo el proceso. “Tienen la experiencia de elegir, cosechar, cuidar y lavar los alimentos”, revela.
Desde el inicio del proyecto, Márcia recibió apoyo de asistencia técnica, además de incentivos financieros con recursos del Programa Nacional de Fortalecimiento de la Agricultura Familiar (Pronaf). “Si vamos a producir alimentos para ofrecer a otras personas, ofreceré lo que quiero para mí. Siempre producimos orgánicamente, incluso para cuidar nuestro ambiente de trabajo”.
Fuente: Agroenlace