El Niño se caracteriza por un aumento de la temperatura del agua en la región ecuatorial del Océano Pacífico. La Niña, en cambio, actúa reduciendo esta temperatura en la misma zona. Estos dos fenómenos meteorológicos tienen un impacto significativo en la temperatura global y los patrones de precipitación.
En Brasil, El Niño tiende a provocar sequías en las regiones Norte y Nordeste, mientras que La Niña tiende a traer lluvias a estas zonas. En el sur de Brasil, El Niño aumenta las precipitaciones y La Niña las reduce.
Este año, el evento de El Niño, combinado con severos cambios climáticos, generó un aumento inusual en el volumen de precipitaciones en la región sur del país, provocando graves inundaciones que devastaron cultivos, comprometiendo negocios y generando incertidumbre sobre la agricultura en Rio Grande do Sul. .
“Estos extraordinarios efectos climáticos están cambiando las pautas de control agrícola; algo que en el pasado era esperado o predecible, hoy ya no se puede predecir ni entender”, comenta Felipe Jordy, líder de inteligencia y consultoría comercial de Biond Agro.
La llegada de La Niña a Brasil
La Niña tiene una probabilidad de 49% de formarse entre junio y agosto, y de 69% entre julio y septiembre, según la NOAA. Además, entre septiembre y octubre, inicio de la siembra de los cultivos de verano, las posibilidades ya superan las 80%. Las proyecciones de la agencia apuntan a una intensidad débil a moderada del fenómeno climático, por ahora.
Desde la cosecha 76/77 hasta la actual 23/24, los patrones de El Niño y La Niña afectan directamente la productividad de la soja en el país. En años de La Niña, el país tiene una ventaja productiva respecto a años anteriores, incluso con posibles penalizaciones para el Sur.
“Ante la presencia de La Niña, entidades y fuentes del mercado ya esperan una mejor productividad en Brasil, especialmente en el Centro-Oeste, donde en la cosecha 23/24 hubo una caída de más de 16%, frustrando las expectativas iniciales que superaban los 160 millones. toneladas de soja. Finalmente, se espera que los números de la cosecha futura, 24/25, ya superen las primeras proyecciones para el ciclo actual.
¿Cómo gestionar la agricultura ante los fenómenos climáticos?
El monitoreo del clima es esencial para el sector agrícola por varias razones. Permite una planificación agrícola más eficiente, donde los agricultores pueden tomar decisiones informadas sobre el mejor momento para plantar, cosechar, aplicar fertilizantes y pesticidas, optimizando el uso de los recursos y maximizando la productividad agrícola.
Además, la previsión de fenómenos meteorológicos extremos, como sequías, heladas, tormentas e inundaciones, permite adoptar medidas preventivas para proteger los cultivos y el ganado, reduciendo pérdidas importantes. Los datos climáticos también son esenciales para una gestión eficiente del agua, ajustando el riego en función de las precipitaciones previstas y evitando tanto el desperdicio como la escasez de agua.
El conocimiento de las condiciones climáticas esperadas también facilita la elección de cultivares más adecuados, mejorando la resistencia y la productividad de las plantas. Desde una perspectiva financiera, comprender las tendencias climáticas ayuda a los productores a planificar, ajustar presupuestos, predecir rendimientos y gestionar riesgos. Esto es particularmente importante para obtener financiación y seguros agrícolas.
“Nuestra función es gestionar los riesgos, especialmente porque el clima puede afectar directamente la oferta y la demanda, influyendo en los precios del mercado. Monitoreamos el clima para que los productores puedan ajustar estrategias y aprovechar los cambios de precios”, dice el experto.
Por: Noticias Agrícolas