Principal productora de hortalizas del estado, con 63 mil hectáreas de frutas y 22,5 mil hectáreas de hortalizas, la región de la Serra registra cada año un crecimiento en el uso de la plasticultura. Según el asistente técnico regional de Emater/RS-Ascar, el agrónomo Enio Ângelo Todeschini, se trata de una técnica universal, especialmente en Israel y España, que trae grandes beneficios. Para él, la plasticultura es un “seguro de producción”, aunque el alto coste y las dudas sobre la gestión siguen siendo los principales obstáculos para su adopción.
Con el objetivo de brindar información a los agricultores, Emater/RS-Asar promovió, este miércoles y jueves (15 y 16/03), dos Tardes de Campo sobre Cultivo Protegido de Parreiras, en Nova Pádua. Y el próximo martes y miércoles (21 y 22/03), otras dos tardes de campo en el municipio se centrarán en el cultivo de tomateras en cultivo plástico.
Según Todeschini, el uso de la plasticultura en la región comenzó con el cultivo de fresas en el suelo en túneles bajos y mulching (plástico negro que cubre el lecho), pasando luego al cultivo en sustrato en bolsas sobre bancos en un ambiente protegido. Actualmente se encuentran protegidas 250 ha, es decir 100% del área cultivada de fresa.
Hace poco más de una década, el uso de la plasticultura llegó a la viticultura, de forma experimental. Hoy en día ya se sabe que el mayor beneficio para la viticultura es el control de la principal enfermedad de las plantas: el mildiú o mufa, además de la protección frente a los elementos. En la Serra se cubren mil trescientas hectáreas de viñedo, destinadas básicamente a la producción de uva de mesa. “Otra aplicación que hoy goza de gran popularidad son las pantallas antigranizo, principalmente en la producción de manzanas, ciruelas y melocotones, que ya cubre cinco mil hectáreas en la región”, destaca Todeschini.
En horticultura, la plasticultura, asociada al uso de otras tecnologías, como el riego/fertirrigación localizados, también se aplica a varios cultivos, principalmente en el cultivo de lechuga y tomate. “En nuestra región, como tenemos un invierno duro y bastante extenso, el uso de la plasticultura alarga el periodo de cultivo, que puede comenzar a finales del invierno y continuar hasta el otoño, además de permitir anticipar la producción de plántulas en una manera muy segura”, valora.
Según Todeschini, el cultivo de tomate en ambientes protegidos ha crecido significativamente en los últimos dos años. Uno de los motivos fueron las heladas tardías ocurridas en septiembre de 2015, que causaron daños a los viñedos y dejaron a los agricultores sin previsión de ingresos. Ante esto, muchos han optado por cultivar tomate en estas zonas, y al ser un cultivo sumamente costoso, dependiente de tecnología de punta y susceptible a daños causados por plagas y enfermedades, los agricultores han ido ampliando el uso de la plasticultura en este cultivo.
Emater/RS-Ascar, además de promover actividades durante todo el año en varios municipios de la región, como conferencias, talleres, jornadas de campo y encuentros que abordan el uso de la plasticultura, también prepara proyectos de crédito, tanto de financiación como de inversión. . “Emater viene incentivando, apoyando y brindando conocimiento a los agricultores sobre la plasticultura, sus beneficios, costos, riesgos y métodos de manejo, entre otros. Fomentar los cultivos protegidos tiene como objetivo aumentar la productividad y mantener a los jóvenes en las zonas rurales con mayores ingresos”, concluye Todeschini.
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