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En las últimas cosechas, algunas plagas han llevado a los productores a adoptar más estrategias, debido a las dificultades y pérdidas. En Brasil hay grandes pérdidas en los cultivos de soja, maíz y algodón debido a las plagas. Los desafíos son frecuentes con nuevas plagas, desde desconocimiento de biología, identificación, problemas con alternativas de control e incluso el desgaste de algunas estrategias.
Factores como la presencia de hospedantes durante todo el año, plantas sobrantes de cosechas anteriores de tigueras, combinados con otros factores como condiciones climáticas favorables, altas temperaturas e inviernos suaves, las hacen ideales para la multiplicación de insectos.
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Este mayor número de insectos es un gran desafío para los productores que buscan aumentar la productividad-rentabilidad por área en los últimos años. Sin embargo, la agricultura tropical es un desafío y el uso inadecuado de algunos insecticidas químicos y biotecnologías ha llevado a la naturaleza a darnos una respuesta. Plagas previamente tratadas como secundarias comenzaron a causar daños importantes a los cultivos (“pest shift”), además de aquellas que ya demostraban un alto potencial destructivo, pasando por el proceso de resistencia, haciéndolo inviable y aumentando aún más la necesidad de control.
Las chinches fitófagas son actualmente las plagas más importantes en el sistema de producción soja-maíz. La chinche parda, Euschistus heros (Heteroptera: Pentatomidae), está ampliamente distribuida en los cultivos de la región del Cerrado. Sin embargo, otras especies de chinches están ingresando al agroecosistema, como la chinche de vientre verde (Dichelops (Diceraeus) melacanthus y D.furcatus), ocurriendo en ciertas áreas con grandes pérdidas. Esta especie tiene un ciclo más corto, mayor capacidad de reproducción, además de permanecer más tiempo en el suelo, atacando los cultivos después de la emergencia.
Por lo general, los daños de las chinches en los cultivos de soja se producen en la fase reproductiva a partir de la formación de las vainas, también llamada comúnmente formación de “cuchillos”, dando lugar a su caída y tras una mala formación del grano. En esta etapa, las chinches se concentran en estos lares, tanto en forma de ninfas como de adultas. En el maíz, el punto de crecimiento de la planta es el objetivo en la fase inicial, siendo las chinches del género Diceraeus sp. los que provocan mayores pérdidas. Su estilete puede alcanzar el meristemo de la planta, provocando deformaciones, comprometiendo el desarrollo y consecuentemente la aparición de plantas “dominadas” que no producen espigas.
Las chinches hediondas después de la cosecha aún pueden permanecer en el área (paja y otros huéspedes), o incluso salir a áreas adyacentes. A menudo es una "cuenta restante". Este comportamiento ha llevado a la implementación de técnicas de manejo de esta plaga hasta la cosecha, tomando cada vez más importancia la dinámica poblacional.
Ante estos escenarios desafiantes, sólo el rescate del Manejo Integrado de Plagas, con un mejor conocimiento de la biología, muestreo y buenas estrategias de control llevarán al productor a ganar estas batallas, brindando productividad y rentabilidad a su negocio.
Por: Agroenlace