“Se estima que los pesticidas ilegales representan alrededor de 20% del mercado legal del sector en Brasil, lo que equivale a cerca de R$30 mil millones por año”. La declaración proviene de Claudio Spadotto, miembro del Consejo Científico de Agro Sostenible (CCAS) y gerente general de Embrapa Gestão Territorial.
Según él, el contrabando y la falsificación de pesticidas suponen riesgos para la salud humana, amenazan la seguridad alimentaria y de los consumidores, suponen riesgos para el medio ambiente y también perjudican al mercado laboral. Uno de los problemas, señala, es que a menudo se transportan de forma precaria, a veces junto con cargamentos de harina de soja, harina de maíz y harina de trigo.
“Reducen los ingresos y perjudican a las autoridades tributarias (aproximadamente 4.300 millones de rands al año), causan pérdidas sustanciales de inversión, incluida la inversión extranjera, obstaculizan las exportaciones de agronegocios, fomentan la corrupción y la falta de respeto a la ley, y fomentan el crimen organizado, el tráfico de drogas y armas” , el explica.
En los últimos dos años y medio, se registraron más de 161 casos de falsificación de plaguicidas y se identificaron falsificadores en 15 estados brasileños, con una estructura de distribución que cubre todas las regiones del país. Se cerraron más de 30 laboratorios clandestinos, afirma Spadotto.
Según el experto, las incautaciones en Brasil de plaguicidas ilegales, de contrabando y falsificados ascendieron a 654 toneladas entre 2001 y 2016. Más de 550 toneladas fueron incineradas, con un coste estimado de 14T8,5 millones de rands. Se detuvo a 1.193 sospechosos, de los cuales 53 fueron condenados.
“Se estima que, con estas incautaciones, más de 5,8 millones de hectáreas de cultivos dejaron de ser tratados con pesticidas ilegales, principalmente soja y trigo. Si no se hubieran realizado estas incautaciones, el medio ambiente y muchas personas seguirían en peligro”, concluye.
Fuente: Agroenlace