El gobierno estatal describió las inundaciones que azotaron Rio Grande do Sul entre finales de abril y principios de mayo de 2024 como “la mayor catástrofe climática” en la historia del estado. En pocos días, el volumen de precipitación varió de 300 a 700 mm, afectando más de 60% del territorio de Rio Grande do Sul. Además, los daños van más allá de la infraestructura, ya que la agricultura se ha visto gravemente afectada, lo que ha provocado importantes pérdidas de cultivos. soja, arroz, trigo Es maíz.
En entrevista con el Portal Agrolink, el profesor Michael Mazurana, de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul (UFRGS), explicó que las lluvias intensas concentradas en períodos cortos agravaron la erosión hídrica. “El suelo no puede absorber agua rápidamente, lo que genera inundaciones y pérdida de suelo”, comentó. Esta erosión afecta directamente la productividad agrícola, especialmente en áreas que dependen de prácticas de manejo inadecuadas o simplificadas.
Prácticas sostenibles e impactos del abandono de las terrazas
Mazurana destaca que, a lo largo de los años, muchos productores han abandonado prácticas como el uso de terrazas, fundamental para controlar el escurrimiento de aguas superficiales, lo que ha contribuido a aumentar los daños. “En los últimos acontecimientos climáticos ha quedado claro que el abandono de las terrazas ha aumentado las pérdidas”, afirmó. En las propiedades que aún mantienen estas prácticas, las pérdidas fueron menores, lo que demuestra la efectividad de estas técnicas para retener agua y preservar el suelo.
Daños por inundaciones
Según datos del Instituto de Investigaciones Hidráulicas (IPH) de la UFRGS, las lluvias de mayo de 2024 desplazaron más de 14 billones de litros de agua hacia el lago Guaíba, en Porto Alegre. Este volumen equivale a casi la mitad de la capacidad del embalse de la Usina Hidroeléctrica de Itaipú. El 5 de mayo, Guaíba alcanzó la marca de 5,37 metros, superando inundaciones históricas, como las de 1941 y 2023. Porto Alegre acumuló 540 mm de lluvia en el mes, rompiendo récords históricos de precipitación.
Impacto económico y daño al suelo.
Los daños al campo no se limitaron a las pérdidas de cultivos ya plantados o cosechados. Mazurana explica que la erosión hídrica ha afectado gravemente la estructura del suelo, llevándose correctores y fertilizantes esenciales para la productividad futura. “La recuperación de estos suelos será lenta. En algunos casos, el suelo puede tardar años en volver a condiciones productivas”, afirmó.
Mazurana también detalla que la recuperación del suelo pasa por varias etapas, desde el análisis de los sedimentos depositados hasta las correcciones químicas y mecánicas. “Es necesario evaluar si el área ha sido lavada o recibió grandes cantidades de sedimento y en base a ello aplicar correcciones con fertilizantes o reestructuración física”, explicó. También destacó que las zonas más afectadas fueron aquellas que abandonaron prácticas de conservación, como el uso de terrazas. Una Nota Técnica elaborada por la UFRGS y MapBiomas refuerza estos puntos, indicando que 5,6% del territorio de Rio Grande do Sul fueron directamente afectados. En municipios como Nova Santa Rita y Esteio, más de 50% del territorio sufrieron importantes pérdidas de cobertura vegetal y daños a la infraestructura agrícola.
Desastres por inundaciones
Hasta agosto, el gobierno confirmó 183 muertes y contabilizó más de 2,4 millones de personas afectadas. En 478 municipios de Rio Grande do Sul, las autoridades registraron inundaciones, deslizamientos de tierra y bloqueos de carreteras. La Confederación Nacional de Municipios (CNM) estimó las pérdidas económicas en 4,6 mil millones de rands, mientras que la Confederación Nacional de Aseguradores (CNseg) clasificó el evento como la mayor pérdida en el sector asegurador en Brasil, con más de 1,6 mil millones de rands en reclamaciones de indemnización.
Medidas de mitigación y el futuro de la agricultura
Mazurana concluye que, por tanto, para mitigar futuros desastres, es fundamental que los productores rurales adopten prácticas sostenibles de manejo del suelo. Al fin y al cabo, “si no actuamos ahora, los daños en las próximas décadas serán aún mayores”, advirtió. Además, técnicas como la plantación directa, la rotación de cultivos y la construcción de terrazas son cruciales para garantizar la resiliencia de la agricultura frente al cambio climático.
Fuente: Aline Merladete | Agroenlace