Los agricultores se preparan para comenzar a cultivar maíz. En este momento es muy importante planificar acciones para asegurar una buena producción y rentabilidad. Consulte las orientaciones de los investigadores de la Embrapa Milho e Sorgo (Sete Lagoas-MG). El cuidado del cultivo comienza antes de la siembra e influye directamente en la productividad. Vea cómo algunas medidas pueden garantizar mejores resultados.
¿Qué criterios debe tener en cuenta el productor a la hora de elegir la semilla de maíz?
La semilla es el principal insumo de un cultivo y su elección debe merecer toda la atención del agricultor. El productor siempre debe estar consciente de las características de los materiales más adaptados a su región, principalmente en relación al potencial productivo, estabilidad, resistencia a enfermedades, idoneidad para el sistema de producción en uso y condiciones climáticas y de suelo. Además, es necesario observar si el lote de semillas adquirido se encuentra dentro de su fecha de caducidad y si la tasa de germinación (también identificada en la etiqueta) es cercana a 100%.
El estudio anual realizado por Embrapa Milho e Sorgo mostró que para la cosecha 2016/17 se dispusieron 315 cultivares de maíz.
La directriz para los productores es buscar información en su región sobre los híbridos más plantados y también sobre los resultados de los ensayos regionales de maíz, que son muy comunes en la mayoría de las regiones productoras. Los resultados de estas pruebas sirven como buenos indicadores para elegir, principalmente debido a la relación "precio x productividad y estabilidad".
Se pueden encontrar varios híbridos que tienen buena productividad y estabilidad en versiones convencionales y también con eventos transgénicos. Esta información también puede ser valiosa para elegir el material a plantar.
Además de elegir el híbrido más adecuado, el productor no debe renunciar a sembrar el refugio si opta por sembrar algún material con tecnología transgénica. El refugio, cuando se realiza correctamente, siguiendo lineamientos técnicos, permite reducir los costos de producción del cultivo, debido a una menor aplicación de productos para el control de orugas, además de ser la forma más adecuada de mantener la tecnología del maíz transgénico.
¿Qué es importante en la preparación del área para el cultivo de maíz?
Aún en un escenario lleno de incertidumbre, la principal pauta para los productores que sembrarán maíz es tener PLANIFICACIÓN. El agricultor debe ser asertivo en sus elecciones para poder ahorrar tanto como sea posible mientras intenta cosechar la mayor cantidad posible.
En este sentido, para optimizar el uso de insumos (reduciendo costos de producción) y buscar minimizar los efectos de posibles restricciones hídricas, el productor debe seleccionar primero las parcelas con mejor historial de fertilidad y, en consecuencia, productividad, y comenzar a sembrar a través de estas. áreas.
Cuando el productor siembra sin tomar en cuenta este factor, las áreas con menor potencial de producción reducen considerablemente la rentabilidad, pues la ganancia obtenida en áreas con mayor potencial termina “pagando” la pérdida que pueda surgir de áreas con restricciones. Siguiendo esta estrategia de selección de área, incluso cuando se siembra en una superficie menor, el productor tiene mayores posibilidades de éxito, además de optimizar el uso de insumos, combinando menores costos con una mayor tasa de rentabilidad.
Otras áreas, con un historial de menor fertilidad u otras restricciones a la productividad máxima del maíz, se pueden sembrar más tarde.
Otro criterio muy importante para el éxito del maíz, pero descuidado por los productores, es el dimensionamiento del área de siembra en función de la capacidad operativa, es decir, el tamaño del área debe definirse considerando las máquinas e implementos disponibles para todas las operaciones mecanizadas.
En muchas regiones productoras, el período para la siembra es corto. En el escenario en el que el maíz presenta buenas perspectivas de precios en el mercado futuro, el productor decide sembrar la mayor superficie posible. Sin embargo, si la maquinaria disponible para la siembra es insuficiente para cumplir con la ventana de cultivo ideal dependiendo del área a sembrar, el productor adopta la estrategia de aumentar la velocidad de trabajo tanto de las sembradoras como de los aspersores. Esta opción afecta directamente al stand de plantas y a su distribución en la línea de cultivo, provocando fracasos o competencia entre plantas que se encuentran muy juntas.
Para la fumigación esta premisa también es válida, ya que, en el caso de presión de plagas o enfermedades que requieran la aplicación del tractor, el aumento de la velocidad de trabajo implica mayores pérdidas y menor efectividad operativa.
¿Qué tratamientos culturales se deben realizar al momento de la siembra o inmediatamente después para asegurar una mayor productividad?
fertilizar
La fertilización del maíz se basa en la productividad esperada. La mejor estrategia es realizar siempre la fertilización siguiendo el análisis del suelo, la productividad esperada (el productor puede lograrla con base en el historial de años anteriores) y la premisa más importante: adoptar el criterio de utilizar la fuente adecuada, en la dosis recomendada. , en el momento de mayor requerimiento de la planta y en el lugar adecuado (suelo o foliar, al voleo o en surco, según nutriente y dosis).
La fertilización al voleo para optimizar el rendimiento operativo durante la siembra puede no ser la mejor estrategia en algunas situaciones, especialmente cuando se trata de fertilización con fosfato y en años donde la posibilidad de restricción de agua tiende a ser más severa. La fertilización al voleo normalmente resulta en un crecimiento más superficial de las raíces, lo que predispone a los cultivos a sufrir estrés temprano durante los veranos.
Siempre es importante recordar que el aporte de nutrientes debe dimensionarse en función de los requerimientos de todos los cultivos que componen el sistema en rotación o sucesión. Así, cada vez que el agricultor fertiliza maíz con cantidades inferiores a las necesarias para reemplazar lo exportado en la cosecha, se produce un empobrecimiento de las reservas de nutrientes disponibles en el entorno 'suelo+paja'.
Si bien en un principio este problema puede no percibirse como influyendo en la productividad (por ejemplo, en suelos con alta fertilidad edificada), el uso recurrente de una fertilización deficiente en maíz a lo largo de algunas cosechas terminará comprometiendo el rendimiento del siguiente cultivo.
Por lo tanto, es fundamental tratar de calcular el balance de nutrientes en el sistema de cultivo practicado en la finca (por ejemplo, soja – maíz de contraestación), ponderando los insumos (fertilización) y los productos (exportaciones) de acuerdo con el manejo de fertilizantes y la productividad alcanzada a lo largo de todo el proceso. de cultivos. De lo contrario se podrían incurrir en errores de manejo, con una fertilización insuficiente o desequilibrada en relación a los requerimientos nutricionales de los cultivos involucrados.
El manejo eficiente de la fertilidad del suelo comienza con el establecimiento de un buen sistema de siembra directa, que permita una mayor acumulación de paja y un crecimiento más profundo de las raíces, factores claves para un mejor rendimiento del cultivo en condiciones sujetas a déficit hídrico. Por lo tanto, un perfil de suelo con acidez corregida y buena disponibilidad de nutrientes a mayores profundidades, así como una mayor diversificación de cultivos, incluyendo plantas para la producción de paja (por ejemplo, consorcio maíz – brachiaria), deben ser los objetivos de los agricultores que deseen salir adelante. en la búsqueda de una mayor estabilidad productiva ante el cambio climático en la región del Cerrado.
Manejo de malezas
Es importante controlar la competencia entre el maíz y las plantas invasoras hasta la emisión de la octava hoja, ya que antes de esta etapa de desarrollo el maíz está definiendo su potencial productivo y cualquier competencia compromete el rendimiento.
El productor debe prestar atención a la rotación de productos con diferentes principios activos, ya que la resistencia de las malas hierbas a algunos herbicidas es cada vez más común. Muchos productores rotan diferentes productos comerciales pero que, en algunas situaciones, tienen el mismo ingrediente activo. Es necesario un seguimiento constante por parte del ingeniero agrónomo para que estas decisiones puedan ser más asertivas.
Manejo de plagas
El manejo integrado de plagas es la tecnología más barata y de mayor retorno para el productor. El monitoreo mediante trampas para capturar insectos trae varios beneficios operativos, ya que un solo técnico puede visitar las áreas para contar e identificar orugas adultas. Por lo tanto, además del monitoreo, el productor puede optar por utilizar tecnologías de menores costos y menor impacto en el medio ambiente, como, por ejemplo, el control biológico.
Al realizar este seguimiento, el productor gana la opción de elegir tecnologías que le permitan reducir costos con aplicaciones “calendarizadas”. Es importante resaltar que, en el caso de los insecticidas, el control químico debe iniciarse en función del nivel de daño económico al cultivo, es decir, el uso de estos productos siempre será curativo. El uso de productos químicos para el control de plagas a bajos niveles de infestación o de forma preventiva no es recomendable y genera costos innecesarios.
Plagas como pulgones y chinches, que hasta hace unos años no eran motivo de preocupación para los productores de maíz, han causado problemas en los cultivos. En el caso del maíz de verano, la proximidad a cultivos de soja puede incrementar la incidencia del ataque y requiere de un manejo específico para su control, siempre basado en el seguimiento del cultivo.
Manejo de enfermedad
También es importante conocer los síntomas de las principales enfermedades y la fase en la que suelen aparecer para definir estrategias de control. Normalmente se realizan aplicaciones preventivas de fungicidas, ya que una vez que la enfermedad se presenta en el maíz en alta intensidad, las aplicaciones de productos para el control curativo son ineficientes.
La incidencia y severidad de muchas enfermedades están relacionadas con el cultivar sembrado y las condiciones climáticas durante el desarrollo del cultivo. Muchos híbridos son resistentes a determinadas enfermedades y esta resistencia puede ser un criterio interesante a la hora de elegir el material a sembrar.
El éxito en el cultivo de maíz depende de buenas condiciones climáticas y un buen manejo del cultivo, utilizando tecnologías apropiadas. La historia ha demostrado que sólo logrando altos rendimientos el productor puede minimizar las fluctuaciones de precios, especialmente en el mercado del maíz, que tiene dos cosechas importantes (verano y fuera de temporada) en el mismo año.
Fuente: Embrapa